El autor de este blog es Licenciado en Historia con Máster en Profesor de Educación Secundaria y Capacitación para impartir las clases en inglés y en valenciano. El autor, empero, todavía no es profe. El autor, quien confía en su destino de manera proactiva, pretende afrontar tal contingencia mediante este blog.

viernes, 11 de septiembre de 2015

... les enseñaría el Timeline para que aprendan las fechas de importancia jugando


  Timeline es un juego de cartas de Frédéric Henry con una dinámica muy sencilla, y nos puede ayudar a que nuestros alumnos tomen conciencia de la manera en que los hechos se preceden y suceden en la línea del tiempo histórica. Las reglas del juego original consisten en repartir una serie de cartas con distintos eventos históricos, ya sean sucesos importantes, inventos, descubrimientos... (hay varias cajas distintas disponibles, de momento sólo tres en castellano). Las cartas tienen dos caras: en ambas aparece el suceso en cuestión pero únicamente en una de ellas aparece la fecha en que tuvo lugar. Esta cara es la que los jugadores deben mantener bocabajo, sin mirarla. Las cartas sobrantes quedan en un montón (podemos elegir cuántas cartas repartir según cuánto queramos que dure el juego), y se coge la primera de ellas, colocándola sobre la mesa con la fecha visible. A partir de ahí, y por orden, cada jugador situará una de sus cartas -ahora sí, dándole la vuelta- antes o después de la primera, y luego -a medida que la línea del tiempo se vaya llenando- entre las cartas ya colocadas. La situación se va complicando, los errores empiezan, y cuando un jugador yerra debe descartar la carta con que falló y robar una nueva carta del mazo para su mano. Gana el jugador que primero se quede sin cartas.

  Pues bien, siendo en sí un juego muy gracioso para una velada cualquiera, yo le encuentro uno o varios posibles usos en el aula. Antes que nada, si logramos aficionar a nuestros alumnos a este tipo de juegos conseguiremos que tengan un mayor interés hacia la cultura y que pasen algo más de tiempo desconectados de sus máquinas. Segundo, nada impide que nosotros creemos nuestras propias cartas con las fechas y eventos que a nosotros nos interese que los alumnos retengan. Por supuesto, tenemos que llevar bien los tiempos de la lección para poder dedicarle un ratito (pongamos media clase) a nuestra timeline, pero creo que podría valer la pena.

Ejemplos de ambas caras de las cartas del juego original, y de otras preparadas por mí.

  ¿Que estamos estudiando el período de Al Andalus? Pues hacemos tarjetas con eventos importantes como la entrada de los primeros musulmanes en la Península Ibérica -invitados por los visigodos a su guerra civil-, el emirato independiente de Abd al-Rahman I, el califato del III, los primeros reinos de taifas, los almorávides, los almohades, las Navas de Tolosa, la toma de Toledo, etc. También podemos ser menos políticos, incluyendo por ejemplo una carta con Ibn Hazm y El collar de la paloma, otra con Maimónides, etc. Podemos escoger cómo llevar el juego. En lugar de por individuos, podríamos dividir la clase en grupos, dibujar una línea del tiempo en la pizarra, escoger portavoces y un moderador y que ellos mismos fuesen colocando sus "eventos" en la pizarra. 

  En resumen, no es la mejor ni la única forma existente para aprehender la consecución de datos históricos, datos que obviamente habremos explicado en clase, con sus conexiones y causalidades, pero es una buena forma, una forma lúdica, entretenida, distendida, participativa, cooperativa... y también algo competitiva, para que vamos a negarlo, pero creo yo que en el mejor de los sentidos.

Saludos

martes, 8 de septiembre de 2015

El propósito de este espacio

Con este blog me propongo compartir ciertos materiales y una idea sobre cómo utilizarlos para fomentar el espíritu crítico de nuestros estudiantes -además de desarrollar el propio-, pues soy de la creencia de que la historia interesa mucho más a nuestros jóvenes cuando comprueban el potencial que tiene para observar realidades paralelas, subterráneas, complejas o directamente contradictorias, en los eventos históricos que nos precedieron en el tiempo y, muchas veces por comparación, en los actuales.

No tiene por qué ser la historia una retahíla de datos sin conexión con nuestras realidades más cercanas, un absurdo recordatorio de fechas y nombres importantes. ¿Por qué actuaron como actuaron aquellas gentes? ¿Qué motivos les movieron? ¿Son tan diferentes de los motivos que nos mueven ahora?

A los jóvenes les gusta contradecir, aportar su punto de vista, pues están en esa fase de la vida en que la personalidad, a punto de entrar en el mundo adulto, se revuelve contra cuanto le ofrecen queriendo afirmar su independencia, su valor intrínseco. La historia es una asignatura que puede darles armas -intelectuales- para ser más auténticos y observadores en el descarnado mundo al que están a punto de penetrar. Si les hacemos ver este potencial de la asignatura, podemos conseguir que cambien su enfoque respecto a la misma.

No es mi propósito ser aquí obsesivo ni puntilloso con leyes y currículos, pues estos son cambiantes y en ocasiones flexibles. Dejo por ello en manos de la inteligencia de los profesores el introducir o no los elementos que aquí aparezcan, el cuándo, el dónde y el cómo, de manera asertiva. Siempre es bueno empezar con preguntas para que ellos expresen sus ideas, acertadas o no. Al principio puede que les resulte chocante si no están acostumbrados, pero pronto agradecerán ese voto de confianza. A continuación podemos emplear los materiales y comentarlos nosotros o dejar que ellos los comenten (si todo va bien desarrollarán la capacidad de "leer intenciones" en los documentos antes de lo previsto y el elemento magistral podrá ir cediendo terreno), para finalmente sacar conclusiones.

La historia, sobre todo, es una maestra de la condición humana, y hoy somos tan humanos como en su momento lo fueron los súbditos de Nabucodonosor o los compañeros de armas de Temujin (y qué decir si nos comparamos con los japoneses de Iwo Jima o los norteamericanos de Vietnam, mucho más cercanos a nosotros en la línea del tiempo). Despertar la curiosidad por los hechos del pasado es despertar la inquietud por los acontecimientos presentes. Este es el objeto profundo que toda enseñanza de la historia humana debería perseguir, y el que intentaremos promover con los materiales que aquí subamos.

Soldado escribiendo desde una trinchera de la PGM (http://www.thetimes.co.uk/)


Un saludo